miércoles, 15 de junio de 2016

El Terrabusi glaseado, categoría y sobriedad

Definir sin comparar es una tarea bastante complicada. Podríamos ahondar y decir que es prácticamente imposible, pero ése es un tema que no me concierne en tanto catador de alfajores amateur.
A lo que voy es a que siempre que trate de escribir una de éstas “reseñas” lo haré teniendo presentes otros alfajores del mismo tenor. Presentes físicamente, quiero decir, para comer un poco de cada uno y que la definición sea lo más “imparcial” posible. En este caso, al Terrabusi simple glaseado lo compararé con sus pares: el Capitán del Espacio y el Jorgito.
A priori, hay que decir que el Terrabusi es el más liviano de los tres: unos modestos 38 gramos (que aportan 142 calorías), mientras que el Capitán ostenta un peso aproximativo de 53 gramos (190 calorías) y el Jorgito, de 50 (194 calorías). No sé en precio cuál será la diferencia, porque lo compré en otro lugar. En este caso me salió un peso más barato que el Jorgito y dos pesos más barato que el Capitán del Espacio.
Ahora saquémonos de encima, expeditivamente, lo que concierne a la saciedad. Como podíamos suponer, el Terrabusi tampoco puede pelearle al Jorgito en este punto. De hecho, de los tres, es el más pequeño, como podrán apreciar en la foto.
Por lo demás, es el mejor. Si la mayor cualidad del Jorgito era su generosidad, y la del Capitán del Espacio su particular y delicado sabor, el Terrabusi se destaca por combinar ambas características y explotarlas de la mejor manera.
La base del alfajor, su sustento, es el glaseado, visiblemente distinto del glaseado de los otros dos alfajores, que no es mucho más que una breve llovizna de azúcar impalpable. En este caso, se trata de una verdadera cobertura, sólida, crocante, que hace resaltar todo (bueno, el dulce de leche y la galletita) lo que lleva dentro. Aquí está la clave, mis amigos. El placer sensorial que le confiere al alfajor es enorme; no se parte lentamente, como masa, sino que se quiebra, como una galletita. Pero la parte dura tiene un grosor mínimo, todo lo demás es blando. El efecto es excelente.
Y si bien ésa es la máxima virtud del Terrabusi, hay que decir que también el dulce de leche es bueno. Tal vez, incluso, sea el mejor de los tres. Es bastante parecido al de La Serenísima. Prolijo, ni empalagoso ni extravagante.
La masa, por su parte, no hace más que acompañar. Su sabor es bastante similar al de, por ejemplo, los anillos de las Variedad de Terrabusi. Tiene un leve dejo salado. Eso sí: la consistencia también sobresale; resulta mucho más esponjoso, aireado, que en los otros dos casos.
El Terrabusi es, en definitiva, el más equilibrado, el más brillante, el más rico y el más sensorialmente placentero de los tres alfajores. Es el que mejor combina los tres elementos. Lo digo sin mayores dudas. Fue mi primera y mi última impresión.

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