El alfajor Bimbo es uno
de los más extraños del mercado. Es más, un observador superfluo tal vez lo
excluiría de la comunidad de alfajores ortodoxos
(aunque a esta altura…). Y es que su envoltorio y su marca, a simple vista, nos
hacen dudar. No hay ningún atractivo, más allá del primitivo color rojo, en su paquete. Muestra del poco empeño que le
pusieron sus creadores es el hecho de que todavía se promocione como “Nuevo”,
cuando por lo menos lleva ocho años en
el mercado. Más bien lo hacen quedar como un producto poco digno, hecho como al pasar por una empresa que claramente se
encarga de hacer pan y que tiene por logo un oso blanco con carita de bebé. Es fácil desdeñar al alfajor Bimbo,
y evidentemente eso es lo que hace la mayoría de los kiosqueros, porque hasta ahora nunca lo he visto en un kiosco.
A éste lo conseguí en mi mercadito, que a veces vende estas “rarezas”. No sé
realmente cuál será su éxito comercial, si es que tiene alguno, pero las pocas opiniones que hay de él en la web
son excepcionales. En efecto: el
alfajor Bimbo es una GRAN (así, con mayúsculas) opción. Sobre todo si tenemos en cuenta su precio, que no es mayor al de un Terrabusi. Es decir, se lo
puede contar entre los alfajores baratos. Sólo que, claro, es difícil
encontrarlo.
Su peso es 55 gramos,
al igual que el Jorgito de chocolate, y aporta 226 calorías, más que el Jorgito y que la gran mayoría de los
alfajores de cincuenta y tantos gramos. Es más
alto y más robusto, además, en comparación. Se lo ve muy buen, gran porta,
gran imagen.
Un punto importantísimo: según el paquete, el alfajor Bimbo tiene cobertura de
chocolate real. Por supuesto que sospeché, pero al parecer es una
afirmación veraz. Recordemos que dentro del rango de los alfajores de su
precio, la cobertura de chocolate es un milagro: ni el Jorgito, ni el Capitán
del Espacio ni el Terrabusi ni el Suchard, de los que evaluamos hasta aquí,
tienen una. Sólo el Milka de mousse, y en detrimento de los otros componentes.
Pues el Bimbo tiene una cobertura de chocolate
con leche muy sabrosa, de grosor muy aceptable, y que es responsable del
aroma del alfajor en sí. Es, verán, como
en el caso del Milka, más clara (no el marrón casi negro de las coberturas
que aspiran a parecer amargas), y nos depara un gran placer cuando se acumula
en los bordes del alfajor (los griegos seguramente tienen una palabra para
definir a ese sector del alfajor: propongo “comisuras”). Se quiebra fácilmente, como veremos, a tono con el resto de los
elementos.
Otro dato importantísimo es que el alfajor Bimbo tiene una
cantidad de copitos de cereal por
encima, bañados también en chocolate. Y fíjense en lo que les voy a decir:
está tan bien el alfajor que la mala influencia de estos copitos no lo afecta
por demás. No sé si fue en mi caso particular (no podría afirmar que el alfajor
no llevara unos años en mi mercadito) o si siempre será así, pero estaban húmedos, muy húmedos, y no en
el buen sentido. Un copo de cereal se caracteriza y se destaca precisamente
por ser crocante, y, sin dudas, en ese estado, le harían muy bien al alfajor,
pero en mi caso resultó ser todo lo contrario, y prácticamente se convirtieron
en un estorbo a la hora de comérmelo,
un castigo para mis dientes. Incluso
en el hipotético caso en que la humedad proceda del largo tiempo que permaneció
el alfajor en su paquete hasta que llegué yo, es un error por parte de sus creadores; se sabe que a menudo los
alfajores esperan mucho tiempo hasta que un feliz consumidor los elige y los
engulle. Entonces, hay que estar atento a no meterles componentes que se
deterioren fácilmente.
La gran cualidad del Bimbo, amén de su chocolate y en línea
con él, es su equilibrio, su excelente
balance entre la masa y el dulce de leche. Morder un Bimbo es una
experiencia muy distinta, porque se deshace con una facilidad bastante
particular. El baño de chocolate inferior es especialmente blando y al morder pasan cosas lindas en el cerebro,
la boca, o donde sea que suceden las cosas lindas. Mucho más que en el
resto de los alfajores de su estilo. Y no quisiera imaginarme con unos copos
bien crocantes: sería la gloria.
A todo esto hay que sumarle, además, que la cantidad de dulce de leche es muy generosa. No te digo que
es un Vauquita, pero es el que más se le acerca. Y los dulce de leche son
bastante parecidos: muy dulces y cremosos, un tanto empalagoso (pero si te molesta que empalaguen andá a comer
un alfajor de arroz, papu).
Ahora usted se estará preguntando, mi buen señor, ¿acaso el Bimbo es perfecto? ¿A este
tipo lo sobornaron con pan lactal para que lo elogiara tanto? No, si algún día
desean sobornarme, con pan lactal o lo que sea, para que traicione mi
honestidad, aceptaré con gozo. Pero no fue el caso. Y sí tiene algunas
desventajas. Por empezar hay que insistir en el problemita del cereal húmedo:
craso error. Y luego hay que decir que la
masa, a pesar de tener una consistencia excelente y muy funcional al
alfajor, no es de la mejor calidad.
Tiene un sabor un tanto barato, artificial. Es difícil de transmitir a
través del texto y con mis dificultades creativas y de redacción, pero si lo
probaran se darían cuenta. Es el punto débil de este alfajor.
En definitiva, ha sido una gratísima sorpresa. El
alfajor Bimbo está buenísimo, si tenemos en cuenta su rango, es decir, su
precio. Lo terminé de comer y al rato ya estaba pensando en comerme otro, lo
cual es síntoma de un buen alfajor que deja lindos recuerdos en el corazón.
Es un grandísimo alfajor! Yo no soy ningún entendido en la materia, (bah, solo 25 años comiendo alfajores cotidianamente) pero las veces que pude dar con uno los he disfrutado mucho.
ResponderEliminarImagino que usted es tan entendido como yo. Lo del Bimbo es un caso extraordinario, y fíjese qué curioso: desde que probé éste, nunca más lo vi.
EliminarEso sí: éste blog ya quedó viejo. Ahora estamos en http://elalfajorperdido.wordpress.com
Abrazo